Me prometà que mis escritos serÃan más recurrentes y de nuevo, fallé. Creo que es porque no puedo forzar mis ideas a surgir, aunque bien pudiese ser este solamente un pretexto que incite mi procastinación o desaliente mi inspiración. Hoy quiero compartir uno de los sueños más extraordinarios que he tenido. Y digo extraordinario en su sentido literal; extra (más allá) ordinario (lo común). Un sueño más allá de lo común, de cualquier idea o pensamiento, supongo que un sueño al fin... Bien, creo que antes de comenzar con el relato, necesito compartir un poco del contexto que dejó a mi subconsciente con estas inquietudes raras que propiciaron toda una conclusión de vida.
Primeramente, es necesario destacar qué dÃa es hoy. 11 de septiembre de 2018. (Considero apropiado dedicar algunas lineas de esta entrada como homenaje a los atentados de las Torres Gemelas hace ya 17 años, en la ciudad de Nueva York, más por cultura general que por su relación con esta historia). Hoy es 11 de septiembre y en este mes comienzan las entregas de premios tanto en el ámbito musical como cinematográfico, que se extienden hasta finales de febrero; Emmys, Grammys, Globos dorados, algunos más y los Óscares. Pero habrá que sostener esta primera nota en el aire por un momento para continuar exponiendo el tema que causó tanta conmoción, depresión, reflexión y otros tantos sentimientos dentro de mà a lo largo de la semana pasada.
En mi escuela se celebraba la semana de las humanidades con actividades como exposiciones, demostraciones artÃsticas, simposios, entre otras. El martes, en horario de clase de mi querida maestra, asistimos junto con ella a la conferencia propia de ese dÃa relacionada con los migrantes. Para ser totalmente honesta, el cambio de itinerario no me resultó muy grato, pues preferÃa disfrutar de la clase habitual con interacciones entre nosotros y mi querida maestra, en lugar de escuchar a alguien más discutir un tema que me resultaba ciertamente indiferente (incluso el plasmar eso último aquà hace que me estremezca por mi egoÃsmo). El punto es.. Asistimos a la conferencia y el resultado fue una persona (yo) devastada, ahogada en culpa, asqueada de la incongruencia de su paÃs, y de sà misma por su falta de empatÃa.
La expositora, una maestra boliviana muy relacionada con la causa y que derrochaba amplio conocimiento del tema, nos compartió una serie de datos, para mà nuevos y escandalizantes, de los que me permitiré enlistar solo algunos, los que considero más relevantes.
Hay esclavitud en México. Pleno siglo XXI, año 2018 y en este paÃs (haciendo a un lado la trata de blancas que ciertamente es un tipo de esclavitud) aun se encuentran personas muriendo de hambre, encadenadas, laboralmente explotadas, agonizando en algún bodegón recóndito por condiciones insalubres y vÃctimas de todo tipo de violencia.
Aquà en México, ser migrante es ilegal; Somos un paÃs que promueve la diversidad y aún asà tenemos cárceles especiales para migrantes, en donde se reciben mil pesos por cada nuevo ingreso que, gracias al negocio que representa, liberan al poco tiempo para convertirlo nuevamente en presa de las autoridades migratorias.
Cuando una mujer migrante proveniente de paÃses latinoamericanos decide huir de su paÃs, es consciente que su "pasaje" de salida conlleva el ser violada e implica convertirse en ilegal dentro de México, con todo lo que esto representa. ¿Es posible imaginarse lo que estarán pasando en su nación para, aún sabiendo el tormento que les espera, decidan subirse al tren (mejor conocido como "la bestia") y exponer su integridad a tal grado?
Son los paÃses más desarrollados quienes obligan a estas personas a migrar, pues cuando estas naciones necesitan de las tierras de los latinoamericanos para cultivos intensivos que puedan satisfacer las cantidades que su paÃs requiere, ya no hay demanda para los productores locales y sus cultivos tradicionales de la región, los que que cosechan para ganarse el sustento. Y son estos mismos paÃses los que les arrebatan a los migrantes las oportunidades, son quienes les niegan la entrada a sus territorios en busca de nuevas oportunidades.
Los migrantes quieren trabajar. Ellos no buscan salir de su paÃs para venir a pedir limosnas desde que el sol se asoma, para ser menospreciados y tratados como delincuentes. Sin embargo, ¿cómo pueden aspirar a algo más? Si apenas los contratamos con sueldos inhumanos, arrebatándoles toda posibilidad de exigir lo justo al amenazarlos con reportarlos como inmigrantes y/o encarcelarlos. Y es que sus opciones no son limitadas, ellos simplemente no tienen opción.
Y sÃ, solÃa pensar que mi labor terminaba ofreciéndoles una moneda a los que encontraba pidiendo algo en las vÃas del tren. Antes de saber lo anterior, no me detenÃa a pensar por un minuto en cualquier dato sobre su vida, su travesÃa, su historia. ¿He hablado ya del valor de las historias? Se podrán imaginar el nivel de impotencia, frustración y decepción que sentÃa, conmigo misma principalmente, y con la vida en general. El sentimiento no desapareció a lo largo de la semana, no hasta que lo descargué dentro del sueño.
Y para cerrar con en análisis contextual, compartiré que mi fin de semana terminó con un maratón de la serie Atypical (diferente a la que abordaba en la entrada pasada pero igualmente recomendada) y que gracias a la trama que aborda, me convencà de que podÃa usar mis pasatiempos para potenciar aquello que me genera interés o conflicto, para ser un factor de cambio y disfrutar de cada paso. Tal vez una idea que represente otras cuantas palomitas en mi Bucketlist y cientos de vidas transformadas.
Con esas tres ideas en mente (septiembre, temporada de premios; la conferencia sobre migración que devastarÃa mi corazón; Atypical y su sentencia sobre mi propósito de vida) mi subconsciente generó ese sueño, uno que voy a encarar en alguna otra entrada, que resultó glorioso y esperanzador para mi corazón.
Querido lector: stay tuned.